Pasaron días de la última cuasi catarsis de blog. Se le ganó a Grecia 2 a 0, y le encontraron la vuelta a Messi, le hicieron marca personal, y la doble Nelson. Se pasó de ronda con puntaje ideal, con el goleador del mundial (hasta ese momento) y con Messi virgen de goles, algo, a priori, no esperado.
Llegaron los octavos de final, y apareció un viejo conocido, otro rival, en la teoría, menor a la Selección, México. Se Sufrió al principio, pero se terminó ganando 3 a 1 con 2 goles de Tevez, el primero en off side, increiblemente obviado por el lineman 2, y el segundo valió doble. Terminados los 90 minutos, solo restaba esperar el rival de cuartos. Esperar a ese que había que superar para llegar, después de 17 años, a ser uno de los cuatro mejores seleccionados del planeta. Por la tarde, y luego de una clase de fútbol, Alemania se convertía en nuestro contrincante tras haber humillado a Inglaterra, con otro falló arbitral más que polemico. Devoluciones de gentilezas arbitrales, quedó saldado lo del Mundial '66.
En el día del partido se sentía un ambiente raro, pero un sentimiento de que si se podía, que quizas este fuera el año... Pero no lo fue.
Alemania golpeo rápido, a los 2 minutos estábamos perdiendo 1 a 0. Los teutones jugaron el partido a su modo, nos quitaron la pelota, algo que nadie había hecho hasta esa instancia y nos mostraron que el juego de equipo puede más que las individualidades, nos enseñaron como defender y como atacar. Nosotros sólo fuimos un malón, atacábamos por vergüenza con un único objetivo: Morir de pie. Alemania fue superior, y por mas impredecible que sea, al final siempre gana el mejor, y nos fuimos con 4 goles en contra y una nueva decepción en la retina. Y pensar que Diego, el Gran DT (no es chivo, si ironía), había dicho que los teutones y los españoles eran una mentira, el famoso "No nos comamos el cuento alemán" dejó la sensación de que pudo haber sido peor: ¡Que sería de nosotros si Alemania fuera de verdad si siendo mentira nos bailó una polka mientras nos clavaba de a 4!
Hoy es simple criticar, volver a decir que Maradona no es un buen técnico, que sólo dirigió Mandiyú y Racing, y los llevó a malas posiciones. También, seguramente, si paramos la oreja, podremos empezar a escuchar que Messi es español, o que faltó tal o cuál jugador (Zanetti y Cambiasso serán los más nombrados). La realidad es que Alemania aprovechó los errores del equipo de Maradona, los mismos que tuvimos con México, pero que el 3-1 a favor tapó. Se dieron cuenta en 2 minutos que la juventud de Otamendi (quien a mi entender tiene un futuro enorme) y una posición que no le es natural, eran el lugar a atacar; se dieron cuenta que a Messi no hace falta darle murra todo el tiempo, sino marcarlo escalonadamente y sin dejarle el espacio de la creación, hacerlo retroceder, y que se las arregle, tanto él como la Selección, que perdía un jugador fundamental de ataque. Ataque que, más allá de algún arrebato de Tevez o de alguna que le pudo quedar redonda al pipita, no ofrecía variantes.
Falló Diego en los titulares, y en la lentitud de los cambios. El partido pedía a gritos a Clemente, no entró; el partido pedía la salida de Di María, de flojísimo Mundial, y la entrada de un socio para Messi: la entrada de Pastore, pero el cordobés entró demasiado tarde.
Alemania nos superó en toda la cancha, después del segundo gol, sólo restaba saber cuántos goles más nos harían. Daba la sensación de que el partido se podía extender hasta el fin de los tiempos y Argentina no reaccionaría jamás. Nuestros hombres nunca entraron en juego, y cuando se quisieron acordar, ya estaban subiendo al avión vía Argentina, sin escalas.
Hoy es momento de planteos, de pensar continuidades y fines de ciclos, de buscar variantes y de conseguir el juego que no se encontró en los 5 partidos de la competencia ecuménica.
Diego tiene la oportunidad de sacarse la espina en la Copa América, si es que sigue, ante su gente, en nuestro país. También hay que pensar con miras hacia el futuro, hacia el 2014, hacia el próximo Mundial, hacia Brasil, lugar en el que seremos, a pesar de la cercanía, la Selección más visitante de todas, en la tierra del enemigo futbolístico.
Que lindo sería imponer el mate en la tierra de la caipirinha, el tango sobre la samba, y que está vez no sea sólo celeste el festejo, como en aquel Mundial 1950, que tenga algo de blanco, con Messi a la cabeza. Pero es muy pronto para soñar, la herida está abierta, y la pérdida de sangre nos hace delirar. Hoy solo resta esperar...
Mundial: Nos vemos en 4 años. ¡Salud!
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